domingo, 16 de enero de 2011

EUROPA EN UN NUEVO MARCO GLOBAL DE RELACIONES. ETNOCENTRISMO Y MULTIPOLARIDAD GEOPOLÍTICA.

Desde un punto de vista geopolítico es posible afirmar que la “civilización occidental” está conformado básicamente por EEUU, la Unión Europea y Japón –además de Canadá, Australia y Nueva Zelanda. El rol central de esa extensa área corre a cargo de EEUU y su histórica socia especial: Gran Bretaña. La Unión Europea y Japón (respectivamente los límites oeste y este del continente euroasiático) son la periferia de la zona con una importante función geoestratégica respecto de la masa continental eurasiática.
De hecho,desde el final de la Segunda Guerra Munfial y en el marco de la doctrina geopolítica estadounidense, los países que hoy conforman la Unión Europea y Japón constituyen dos cabezas de puente simétricas con la función de controlar Rusia y China, los pulmones de Eurasia. En rigor, por razones históricas, geográficas y culturales, naturalmente las posiciones geopolíticas de Europa y Japón debieran ser euroasiáticas, no atlánticas.
El control de la masa continental euroasiática –que significa la hegemonía en el Hemisferio Norte de EEUU– ha condicionado tanto su política exterior, como el desarrollo de su complejo militar-industrial, en particular en los últimos años.
Pero vayamos al principio, en el período que comienza en 1815 con el Congreso de Viena, que puso fin a las guerras revolucionarias y napoleónicas, Europa constituía el centro de poder más importante frente al resto del mundo. Se fijaron los límites entre los Estados europeos y se estableció un sistema de relaciones internacionales con el objetivo de disminuir las posibilidades de nuevos conflictos. Se produjeron oleadas revolucionarias que pusieron en cuestión los principios de legitimidad de las antiguas monarquías. El nacionalismo se convirtió en el nuevo discurso de legitimidad del poder y surgió el concepto Estado-nación. Este proceso de construcción de naciones se dio principalmente en Europa
Más tarde surgió el imperialismo, es decir la conquista de territorios por parte de las potencias europeas. La expansión colonial generó profundas rivalidades que originaron la firma de pactos y la formación de alianzas ofensivas y defensivas,
A partir de la década de 1970, una combinación de factores internos e internacionales puso un freno al crecimiento económico de las grandes potencias europeas. La mayor parte de los cambios desde un mundo bipolar hacia uno multipolar, ocurrieron en el bloque comunista, y culminaron en 1991 con la disolución de la Unión Soviética.
La globalización que se ha impuesto en nuestra sociedad actual encierra tensiones y contradicciones notables que llevan al terrible choque etnocéntrico entre la llamada “civilización occidental” y otras “civilizaciones”. En el mundo actual, asistimos al enfrentamiento de dos lógicas y a su expresión como incertidumbre y vulnerabilidad: por un lado, la lógica de la geoeconomía globalizada y desregulada, cuyo predominio supone la crisis del Estado nacional. Por otro, la lógica de la geopolítica multipolar, basada en el fortalecimiento de los Estados principales y de sus áreas regionales de proyección económica y política.
Esta geopolítica multipolar, fundada en Estados con proyección regional, a su vez, ha estado en manos del Norte y privilegiado sus intereses en detrimento del Sur, y operado bajo la hegemonía político militar y comunicacional de los EEUU. Se trata de la potencia dominante en la mayor parte del siglo XX, que acentuó notablemente su control unipolar con el derrumbe de la bipolaridad de la guerra fría, y que ha procurado bloquear la multipolaridad.
Esta situación de geoeconomía globalizada y de geopolítica multipolar hegemonizada por los EUA y acompañada por Europa, se acentuó dramáticamente después del 11S de 2001, pero ha venido siendo severamente cuestionada a partir del crecimiento impactante y la reconversión económico social de China, del fortalecimiento de otros estados, de la iniciativa internacional de Brasil y de la constitución del grupo de los 20.
Tras estas breves explicaciones del papel de Europa en la “nueva era global” debemos de centrar nuestros esfuerzos en comprender una actitud colectiva que ha encontrado arraigo en Europa: el etnocentrismo.
El etnocentrismo es un concepto elaborado por la antropología para mencionar la tendencia que lleva a una persona o grupo social a interpretar la realidad a partir de sus propios parámetros culturales. Esta práctica está vinculada a la creencia de que la etnia propia y sus prácticas culturales son superiores a los comportamientos de otros grupos.
Designa una actitud colectiva que consiste en repudiar las formas culturales, llámense morales, religiosas, sociales, estéticas, que están alejadas de las propias. Lo bárbaro, lo salvaje, son metáforas de la negación a la diversidad cultural y a todo aquello que no se conforme a las normas de la sociedad que las emplea.
El etnocentrismo puede engendrar intolerancia de toda índole, tomar formas extremas que llegan, a veces, a la negación y la destrucción de otras culturas o de otros pueblos (etnocidio, genocidio), incluso llega a justificarse a través de teorías pseudocientíficas como el racismo. Ya lo escribió Lévi-Strauss "salvaje es quien llama salvaje a otro".
La clasificación y categorización de las sociedades en maduras, primitivas, civilizadas, etc. forma parte también de la visión etnocentrista, es no tomar en cuenta la historia humana y el proceso de hominización.
En el plano intelectual, se puede considerar como la dificultad de pensar en la diferencia, en lo afectivo, como sentimientos de sorpresa, miedo, hostilidad, etc. Preguntarse acerca de lo que es el etnocentrismo es, por tanto, investigar acerca de un fenómeno que mezcla elementos tanto intelectuales como racionales, emocionales y afectivos.
El choque generador del etnocentrismo nació, tal vez en el reconocimiento de las diferencias. En términos generales, un malentendido sociológico. La diferencia es una amenaza, ya que afecta a nuestra propia identidad cultural.
Una visión etnocentrista juzga y califica las costumbres, las creencias y el lenguaje de otras culturas de acuerdo a una cosmovisión considerada como deseable (que siempre es la propia). Las diferencias entre uno y otro grupo constituyen la identidad cultural.
El etnocentrismo es una tendencia común a cualquier grupo humano. Resulta usual que los elementos de la propia cultura sean calificados o comentados en términos positivos, describiendo de forma negativa las creencias y costumbres ajenas. Las prácticas de uno mismo son consideradas normales y hasta lógicas, a diferencia de los comportamientos exóticos y poco entendibles del otro.
Así por ejemplo, un famoso científico de principios de siglo, Hermann von Ihering, director del Museo Paulista, justificó el exterminio de los indios Caingangue por ser un obstáculo para el desarrollo y la colonización de las regiones del interior donde habitaban. Tanto en el presente, como en el pasado, tanto aquí como en varios otros lugares, la lógica del exterminio reguló, infinitas veces, las relaciones entre la llamada “civilización occidental” y las sociedades tribales.
Los antropólogos y otros científicos sociales deben esforzarse por no caer en el etnocentrismo a la hora de analizar las culturas que les resultan ajenas. El investigador debe luchar constantemente contra la tentación de considerar su propia estructura cultural como normal o superior para realizar un trabajo objetivo. El etnocentrismo también impide el aprendizaje (no puedo aprender de algo que considero inferior o menos valioso que lo que ya tengo).
El respeto por la propia identidad no implica tener una visión etnocéntrica del mundo: por el contrario, valorar las diferencias culturales es una forma de realzar nuestra propia historia.
En nuestra llamada “civilización occidental”, en las sociedades complejas e industrias contemporáneas, hay varios mecanismos de mejora de su estilo de vida a través de representaciones negativas de los “otros”.
Así pues, se puede decir que el etnocentrismo busca entender los mecanismos, formas, caminos y razones, así como, que tantas y que tan profundas son las distorsiones que afectan las emociones, pensamientos, imágenes y representaciones que hacemos de la vida de aquellos que son diferentes a nosotros. Este problema no es exclusivo de una época en particular o de una sola sociedad. Tal vez el etnocentrismo, sea, entre los factores humanos, uno de los de más comunes.
Como una especie de fondo de la cuestión etnocéntrica tenemos la experiencia de un choque cultural. Por un lado, nos reunimos en un grupo del “yo” y “nuestro”, que come lo mismo, viste igual, gusta de cosas parecidas, tiene problemas del mismo tipo, cree en los mismo dioses, tiene el mismo tipo de casa, vive en el mismo estilo, distribuye el poder de la misma forma, da sentido a la vida en común y actúa por muchas razones de manera similar. Entonces, de repente, nos encontramos ante un “otro”, del grupo de los “diferentes” que a veces ni siquiera hace cosas como las nuestras, y cuando las hace, lo hace de una forma que no reconocemos como posible. Y, peor aún, este “otro” también sobrevive a su manera, gusta de ella, también está en el mundo, y aunque es diferente, también existe.
En cuanto a Geopolítica, la cosa es más simple, cualquier manual de Geografía Política explica que fue el geógrafo sueco Rudolf Kjellén el que introdujo el término en 1916 en su libro “El Estado como organismo viviente”. El alemán Friedrich Ratzel aportó con anterioridad el concepto de “Espacio Vital” necesario para la supervivencia de un país y contribuyó sin utilizarlo a dotar de significado al término Geopolítica como concepto relacionado con la expansión de los países y con la conveniencia de que las fronteras de los países fueran dinámicas y cambiantes. Posteriormente otros autores alemanes y políticos y militares anglosajones (ingleses y americanos) desarrollaron y aplicaron el concepto y lo utilizaron con profusión en los años del colonialismo e imperialismo de los siglos XIX y XX. La Alemania nazi en los años anteriores a la segunda guerra mundial y Japón, Rusia y otros países en los años 30 y 40 del pasado siglo, también se adscribieron a él para dotarse de un poder mundial y extender su presencia allende sus fronteras.
Aparte de su significado formal de conjunto de conocimientos o ciencia que relaciona las decisiones políticas con el espacio geográfico y con los habitantes de un país, la Geopolítica es más conocida como práctica de las relaciones de poder de unos países con otros, expansión de unos a costa de otros y dominio e influencia. El control de los recursos naturales, especialmente los energéticos, la presencia en otros países y la protección de las fronteras propias lejos de ellas, han sido temas tradicionales de la Geopolítica. Es la forma cómo unos países compiten con otros para obtener presencia, poder e influencia. Las ideas de dominio de otros y de apropiación de sus recursos naturales, como hemos dicho, han formado parte de esta materia, históricamente y en las actualidad.
En tiempos recientes fue Kissinger el que potenció de nuevo el término aunque decididamente con un sentido distinto. Este asesor del Pentágono y Secretario de Estado con Richard Nixon en 1973 estaba interesado en una estabilidad global en el mundo en la que los intereses nacionales estuvieran protegidos y representados, así como en las nuevas relaciones entre los Estados Unidos y China y en general en el equilibrio de poder en un mundo multipolar.
Mucho más reciente es la aparición de lo que se ha llamado “La Nueva Geopolítica”, tema tratado por autores diversos y difundidos ampliamente en Internet y otros medios. Un primer artículo con ese título fue publicado por Michael Klare en la revista Monthly Review en 2003 (1). En la misma revista y en diversas otras han ido apareciendo otros relacionados con la misma cuestión.
Para Klare, profesor de Seguridad Mundial y Paz en el Hampshire College de Amherst, Massachusetts no hay duda de que Oriente Próximo, incluyendo el Golfo Pérsico, la zona del Mar Caspio y todo lo que él llama Eurasia constituye una región mundial disputada por las grandes potencias. Del petróleo que se concentra en esta zona (más del 70 % de las reservas mundiales) dependen las economías de las grandes economías mundiales y Norteamérica no puede dejar de estar presente allí. A otros países como China, Rusia o Japón y por supuesto Europa, les ocurre lo mismo, con lo que la Geopolítica como competencia de poder entre países está de nuevo entre nosotros. El mundo pivotará en los próximos años sobre Oriente Próximo y Eurasia y desde luego no sería extraña la continuidad y escalada de grandes conflictos armados en la zona.
El tema de la multipolaridad es una cuestión ampliamente debatida en el seno de un área de conocimientos tan amplia y bien definida como las Relaciones Internacionales (RRII) en la que trabajan y han trabajado autores muy destacados. Zakaria, que es un periodista que escribe sobre asuntos internacionales, no forma realmente parte de ellos aunque sus libros gozan de cierta notoriedad.
Entre los verdaderos expertos existen opiniones contrapuestas. Stanley Hoffman, por ejemplo, escribió hace unos años que hablar de multipolaridad era prematuro. La complejidad ha sido señalada como una característica del mundo del futuro por autores como Joseph S. Nye y Robert O. Kehoane, y, especialmente el primero, ha hablado de tres niveles para explicar el reparto de poder entre los Estados y otros actores. En el nivel superior ligado a lo militar el mundo es unipolar. En el segundo, ligado a lo económico, el mundo es ya multipolar, con Estados Unidos, Europa y Japón representando dos tercios del PIB mundial y China acercándose velozmente a ellos. El tercer nivel, por fin, formado por agentes no gubernamentales de todo tipo y relacionado con las transacciones internacionales, es muy disperso y no cabe en él hablar de hegemonía, unipolaridad o multipolaridad. La turbulencia de las relaciones políticas en la actualidad ha sido también señalada por J. Rosenau.
Otros expertos orientan sus debates al nuevo gobierno del mundo (o gobernanza) necesario para la resolución de problemas como la persistencia de la pobreza, el cambio climático, la identidad y los nacionalismos, el terrorismo y otros, ya citados anteriormente.
Las Naciones Unidas, con todas sus unidades asociadas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Tribunal de Justicia de La Haya así como los llamados G-8, G-20 y otras instituciones internacionales, son antiguas y requieren cambios. Algunos países y gobernantes piensan que necesitan ser sustituidos por otros o reformados drásticamente.
La democracia parlamentaria occidental no es aceptada por todos los países del mundo. Tras la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y las posteriores ilusiones de “final de la historia” (uno más, y no el más importante, de los temas de discusión de los expertos en aquella época) y de convergencia de todo el mundo en un único sistema de organización política y económica, los desarrollos posteriores muestran tendencias diversas tales como: vuelta a situaciones típicas de la “guerra fría”, formas de gobierno con gran atractivo como el Capitalismo de Estado de China, enfrentamientos radicales a lo occidental como el practicado por los países islámicos o socialismos de antiguo o nuevo cuño como los preconizados por Cuba y Venezuela con orientación también a la ruptura y el enfrentamiento con la cultura occidental y su forma de vida.
El resurgir de los nacionalismos de todo tipo, muchos de ellos con intenciones independentistas, y los ataques diversos al sistema de estados-nación es otro fenómeno actual. Según Samuel Huntington, el famoso profesor de Harvard (fallecido el 24 de diciembre de 2008), autor del libro El choque de civilizaciones. La reconfiguración del orden mundial, los enfrentamientos del futuro serán más identitarios que ideológicos. Tema ampliamente tratado por Castells en el segundo tomo de su famosa obra La Era de la Información.
Es muy probable además, en relación con Europa en su conjunto, que no se pueda bajar la guardia en el mundo actual. La Geopolítica como instrumento para intervenir en otros países, tener presencia en regiones diversas, proteger los intereses propios y defenderse en definitiva, puede que sea una necesidad y una obligación. No olvidemos que enfrente de nosotros podemos tener competidores o enemigos que tengan las ideas más claras al respecto y que directamente nos ataquen e interfieran en nuestros derechos legítimos.
Las ideas y los hechos pues coinciden en mostrar un futuro conflictivo, complejo y difícil para nuestro planeta en el que no hay razones sólidas para pensar que no se producirán guerras y enfrentamientos graves como los vividos en el pasado. Sería necesario que todos, absolutamente todos los pueblos, todas la culturas y todas las civilizaciones del mundo tomaran conciencia de la necesidad de formas nuevas de gobierno y enfoques adecuados para resolver las cuestiones de poder e influencia. Es una pena que ante el panorama actual no se abran camino entre nosotros una Gobernanza guiada por la responsabilidad social y una Geopolítica inspirada por la sostenibilidad y la ecología.
En relación a Europa, debemos de procurar ir hacia una economía segura y a la estabilidad social. Europa en su conjunto y sus respectivos gobiernos deben reconsiderar su geopolítica, lo que significa total soberanía en todos los campos: político,económico, militar y cultural.
En términos generales Europa debe dejar en claro que sus intereses particulares son intereses euroasiáticos, no intereses occidentales ni de EEUU.
Para los europeos no debemos de tener libertad económica sin soberanía continental.
Entre otros aspectos práctivos, apuntaremos sólo dos claves, en los que Europa debería enfocar su atención: La reforma del sistema bancario y la construcción de una nueva economía eurepea, sólida y qu goce de mayor independencia.
La creación de una economía europea integrada y amplia es muy importante y profundamente conectada con la reformulación del sistema bancario. Esto es posible si se comienza por el financiamiento público de estructuras estratégicas vinculadas a la energía y las comunicaciones a escala continental, en un contexto de cooperación con Rusia y países de África del Norte y Oriente próximo.

Otros ejes a considerar:

– el desarrollo integrado de la industria militar europea;

– el desarrollo integrado de la investigación europea dedicada a alta tecnología;

– la implementación de heramientas útiles para incrementar justicia social y solidaridad a escala continental, respetando las tradiciones locales;

– la creación de una organización de seguridad colectiva a escala continental (Europa-Rusia) y mediterránea (Europa-África del Norte);

– el fortalecimiento de relaciones culturales con el continente de la Antigüedad (Europa-Asia-África) sobre la base de la unidad espiritual euroasiática.



Conclusiones

La perspectiva geopolítica, para la Unión Europea la así llamada "crisis global" es principalmente una crisis interna del sistema occidental, nos lleva a estimar como no natural la posición europea en el área geopolítica de Estados Unidos.
Po tanto, la solución de la crisis debe encontrarse fuera de las prácticas "liberales" impuestas por EEUU en cuanto ganador de la II Guerra Mundial adoptadas por Europa a lo largo de los últimos 60 años –en contradicción con su tradición solidaria.
La reinstalación europea en el contexto eurasiático se considera un pre requisito para la construcción de un estado de seguridad social y estabilidad económica bajo el principio de que no hay desarrollo social y económico sin soberanía.
Los esquemas de trabajo para Europa que requieren ser considerados y reformulados son el sistema bancario y el orden económico. La reorientación del sistema económico, una nueva economía para toda Europa es lo que se debe prioriza en estos momentos para que Europa sea tenida en cuenta en la “nueva era global”.