domingo, 6 de diciembre de 2015

Fray Bartolomé de las Casas y la incierta leyenda negra española. Un español que "traicionó" a España, inventando y exagerando una realidad que él apoyó y de la que fué cómplice.



A Fray Bartolomé de las Casas se le ha bautizado como Apóstol de las Indias, el nuevo san Pablo, y es tal su popularidad –se le considera pionero de la defensa de los Derechos Humanos- que cuesta, a estas alturas, saber a ciencia cierta qué hay de mito y qué hay de realidad. La extraordinaria fama internacional de De las Casas se fundamenta en pasiones políticas y no en méritos objetivos. He aquí un análisis punto por punto de veracidad de las bondades que le atribuyen a este personaje. 
  •  Leyenda: Fray Bartolomé de las Casas viaja a América a defender a los indios. 
Realidad: Bartolomé de Las Casas no sólo no pretende viajar a las Indias para defender a sus nativos sino que durante la primera década que vivirá allí llevará el mismo estilo de vida que sus compatriotas.  
Se embarca hacia las Indias en 1502 acompañando a Nicolás de Ovando, tercer gobernador nombrado por los reyes Católicos. La expedición llega a la isla La Española (actual Santo Domingo), y allí permanece hasta 1512. Participa activamente en las guerras de su gobernador contra los indios, cuya misión es organizarlos en poblados, en convivencia con los españoles, comenzar la evangelización, y que trabajen recibiendo un jornal por ello. Las Casas, por sus servicios como soldado, recibe recompensas en tierras, oro y siervos. 
  •  Leyenda: Fray Bartolomé es el pionero en denunciar la situación en Indias. 
Realidad: Fueron otros clérigos y otras órdenes quienes pidieron un trato más justo para los nativos, a diferencia de Bartolomé de las Casas que se resistió a ello. 
Cierto es que Colón propuso la venta de esclavos a los Reyes Católicos. La reina Isabel se indignó ante tal propuesta y ordenó poner en libertad a los indios, a los que nombró vasallos del reino al igual que cualquier otro español. Vasallos de la Corona, libres, con los mismos derechos y deberes que cualquier cristiano. Pese a esto, era harto complicado controlar a algunos españoles encomendados en las Américas que no seguían las órdenes reales.  
Fray Antonio Montesinos, respaldado por el rey Fernando, fue el primero en enfrentarse a los que desobedecían las directrices de los reyes Católicos y pretendían a los indios como siervos. Todo aquello que después vendería Las Casas como propio no sería más que una repetición de las denuncias de Montesinos, solo que aderezado por sus propios delirios, invenciones y exageraciones. 
Fernando el Católico, a instancias de Montesinos, nombró una comisión formada por personas de la máxima confianza del fraile para que preservaran los siguientes principios: los indios habrían de ser tratados como libres, instruidos en la fe, que hicieran un trabajo moderado y siempre retribuido, que tuvieran casa y hacienda propia y que vivieran en comunicación con los españoles. Conforme a estos principios se redactaron las leyes de Burgos del 27 de diciembre de 1512. Al año siguiente -el 28 de julio de 1513- añadieron al respecto cuatro leyes más en las que se moderaba el trabajo de las mujeres y se prohibía el trabajo de los niños. 
Las Casas disfrutaba durante esos años de las encomiendas recibidas por Ovando, y no quiso, como religioso, participar de la nueva práctica de los dominicos en la isla La Española: habían decidido negarse a confesar a cualquier español que tuviese indios encomendados. Confesión que negaron al mismo Las Casas porque tenía labranzas con indios. 
En 1512 fray Bartolomé emigró a Cuba, donde no había en toda la isla más clérigo que él. De modo que será tarea suya predicar para el Gobernador, Diego Velázquez, y a su segundo, Pánfilo de Narváez. De Velázquez recibió un repartimiento de indios, que empleó para sacar oro de las minas y para el trabajo en granja. 

  • Leyenda: Fue hombre humilde y cabal que realizó su labor a la sombra. 
RealidadNo es hasta 1514 que se plantea, de golpe, sin evolución ni causa aparente, que el trato que está dando a sus indios es injusto. Decide renunciar a los siervos y a su hacienda. Pese a que en sus memorias afirma haber abrazado la pobreza en silencio, en secreto, el 15 de agosto de 1514 en la fiesta de la Asunción, en presencia de todas las autoridades, da un discurso vanagloriándose de su acto, se impone como modelo, proclama su renuncia a la encomienda, y afirma que nadie se salvará si no siguen su ejemplo. 
Todos los presentes quedaron admirados de su condición de bondad e incluso santidad, según los escritos de la época, aunque ningún español de Cuba liberó a sus indios. Pero Fray Bartolomé se mostró satisfecho pues le admiraban por su gesto y tenían en estima. Según Menéndez Pidal, las Casas entra en un ritmo de interpretación sistemática paranoide de todo escrito, sagrado o no. Según su interpretación, toda norma ética resalta lo demoniaco de la naturaleza del español. No hay grises, no hay mezcla entre el bien y el mal. Deja de distinguir entre cristianos y decide que cualquier trato con los indios es injusto y tiránico, fuera el que fuere el realmente ejercido. Después de erigirse como el nuevo apóstol del rigorismo moral continúa un año más en la isla de Cuba, sin convertir a ningún español ni lograr que emularan sus pasos. 
Decide ir a Castilla. Embarca el 6 de octubre de 1515 con Montesinos, que le da una carta de recomendación para el Rey. Las Casas ya tiene pasaporte para entrar en la Corte. En diciembre de 1515 llega a Plasencia. El Rey Fernando está postrado enfermo (muere el 23 de enero de 1516) así que fray Bartolomé solo logra ser recibido por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, presidente de los asuntos de Indias en el Consejo Real, al que Las Casas acusa -por despecho por no haber sido recibido por el rey- de soberbio e indiferente, y de hacer caso omiso de sus quejas, en contradicción con la opinión de los demás religiosos con los que se reunió para hablar de la situación de los indígenas.  

  • La leyenda: El plan de reforma de Cisneros está basado en las ideas de Fray Bartolomé 
Realidad: Muerto Fernando el Católico, Las Casas tuvo que entenderse con el Cardenal Cisneros. Presentó una cada vez más larga relación de crueldades cometidas por los españoles en Cuba, La Española, Jamaica y San Juan. Cisneros había percibido de los dominicos su preocupación por los derechos de los indios. Los franciscanos, por su parte, defendían una postura más paternalista de los españoles hacia los nativos. Pese a ser franciscano también, Cisneros optó por una tercera salida, los frailes jerónimos, y los envió en 1516 a reformar el gobierno de Indias. En aquellas fechas Las Casas no pertenecía a ninguna de las tres órdenes, y Cisneros le confirió un cargo de consejero, para mirar por el bien tanto de los indios como de los españoles. Fray Bartolomé alardeará de haber proporcionado al cardenal la base para la reforma, y añade en sus textos que recibió también un título de Protector universal de todos los indios de las Indias. No consta. Y tales fueron las desavenencias con los jerónimos, que fue destituido de su puesto, hecho que Las Casas oculta, afirmando sin embargo que fue él quien renunció.

  • Leyenda: Fue un fiel cronista de lo que ocurrió en Indias 
Realidad: En todos los escritos de Fray Bartolomé no hay datos concretos, sólo descripciones imprecisas, aderezadas de horrores que no aclara ni dónde ocurrieron, ni cuándo, ni perpetradas por quién. Lo único que se saca en claro es que el español –cualquiera- parece tener como labor principal en el Nuevo Mundo la tortura y la matanza de indios.  
No sólo describe salvajadas acontecidas en las tierras adonde él viajó, sino que narra con vehemencia las que, afirma, se perpetraron donde jamás estuvo ni fue testigo. Inventa un genocidio indígena, que, según va escribiendo, tiene una cifra de víctimas diferente. Al principio, doce millones de muertos, luego asciende el número de víctimas a 15 millones, y finalmente asegura que se pudieron contar hasta 24 millones de muertos. Cifras que proporciona y cambia arbitrariamente en la misma obra. Sobra decir que es física y demográficamente imposible. Tanto por la velocidad de la matanza como porque en la América Precolombina se estima que la población apenas superaba los 13 millones de habitantes. Claro que también decía Las Casas que en Santo Domingo había visto 30.000 ríos y que el borde norte de la isla era más grande que toda Portugal. 

  • Leyenda: Predicó con el ejemplo y actuó desinteresadamente ayudando a los indios 
Realidad: Las Casas denunció que todo el dinero originario de las Américas era fruto del robo a los indios. Son embargo, no dudó en aceptar 100 pesos oro al año como procurador de los mismos. Ni medio millón de maravedíes al año por ejercer como obispo para ellos. Ni la pensión de trescientos cincuenta mil maravedíes que se le designaron al perder el obispado. Nunca ejerció la caridad. No aprendió su lengua, no tenía un contacto de igual a igual con ellos, nunca hizo por educarles ni enseñarles algo de provecho. Entre sus congéneres no tenía especial buena fama. Fray Toribio de Motolinia, clérigo misionero, llegó a escribir en carta al emperador Carlos V que Las Casas era un hombre bullicioso y pleitista, injuriador, “yo conozco a De Las Casas quince años (..) y siempre está escribiendo procesos y vidas ajenas, buscando los males y delitos”.

  • Leyenda: Se postuló contra todo tipo de violencia. 
Realidad: La única violencia que denunció y generalizó -exagerando e inventando las cifras- fue la que ejercieron algunos españoles contra algunos indios. Nunca mostró horror ante las costumbres nativas, los sacrificios humanos de las religiones precolombinas,  las decapitaciones, la extracción de los corazones de los niños y las prácticas antropófagas. En su visión del mundo, los indios eran ángeles pacíficos y los cristianos demonios destructores.  
No sólo eso. En 1531 propone ante el Consejo de Indias que para liberar a los indios de sus trabajos deberían traerse, desde áfrica, a 4000 negros. Tan buena idea le parece que en 1542 vuelve a insistir en la introducción de esclavos negros en las Indias. 
En definitiva, no hay que despreciar la labor de defensa a los indios en las Américas y el intento de que se aplicaran las justas leyes contra la esclavitud que habían promulgado los Reyes Católicos. Pero ni fue el único español que procuró el bienestar de los indios, ni fue un ejemplo de humildad y caridad, ni son ciertas las barbaridades relatadas, ni es justo que un hombre tan polémico y unos datos tan inexactos generaran una leyenda negra que España lleva siglos arrastrando en su historia.
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Nada lo detenía: discusiones públicas, libelos, sermones, todo valía; incluso hasta lograría captar la amistad del gran Carlos I logrando que suspendiera momentáneamente la empresa conquistadora.
Sin embargo, como “el alma humana es de tantos modos esclava” (según la sentencia de Aristóteles) el fraile, aunque oponiéndose a los malos tratos que los indios recibían, sugerirá la esclavitud de los negros traídos del África para reemplazar a los nativos de América… Es que “hay negros de todos los colores…”, como decía el gran Ramón Doll.

La obsesión de Las Casas es una idea: España y deseando que la Conquista sea lo más “pura” posible denuncia muchas veces sin fundamento ni precisión.
Se trata de la clásica dialectización; “españoles malos-indios buenos”: los aborígenes, eran apacibles en la tierra de la libertad, pueblos habitados por suavísimos indígenas, delicados y tiernos, como lo pudieran ser en España los hijos de príncipes y señores. Gente que “no conoce sediciones o tumultos” y del todo “desprovista de rencor”, odio y deseo de venganza; para Las Casas el indio era un ser que carecía del pecado original.
Aquí nuestro dominico surgirá como el predecesor del “buen salvaje” rousseauniano, publicitado por los iluministas del siglo XVIII y los charlatanes de hoy. Pero bástennos estos ejemplos como muestras.
Hay muchísima bibliografía acerca de la personalidad de Las Casas y de su “obsesión” e imprecisiones; existen incluso serios estudios que afirman un grado de paranoia en Las Casas y hasta de “profetismo”, como señala autorizadamente Menéndez Pidal: “holgadamente se hallaba Las Casas, en un ambiente profetista, situándose fuera de toda realidad, y ¡con cuánta sencillez falseaba por completo la verdad de todo lo que le rodeaba!”.
 De hecho, Menéndez Pidal definía a este personaje como lunático. Y bastante vanidoso por cierto, pues se cita a sí mismo en tercera persona y no como "Casas" sino como "Casaus".                                                     
 Sobre su obra:
Toda su obra ha sido la piedra angular sobre la que se ha cimentado la leyenda negra que tanto han utilizado los enemigos de España para atacarla y desprestigiarla. Sólo por esto ya se le podría aplicar a Las Casas aquella célebre sentencia evangélica que dice: "No es bueno el árbol que da malos frutos". (Lucas VI, 43)

"El viento de la soberbia arrastra toda virtud. La humildad es la base de las buenas obras". (S. Agustín).

Sobre la realidad de la época:
Resulta lamentable que hayan surgido alguna voz desde dentro de la Iglesia que pretenda la escandalosa beatificación de Fray Bartolomé De Las Casas.

Como cuestión previa debo señalar que todos nos damos cuenta que es una magna obra la colonización de todo un continente, y, dentro de este contexto, analizar la delicada cuestión de las relaciones entre colonizadores e indígenas es una tarea compleja que no admite ningún tipo de simplificación.

Pero pese a ello, y a las incontables dificultades que representó este gran empeño español de civilizar al Nuevo Mundo, es un hecho incontestable que España, globalmente, realizó esta empresa con una gran prudencia y tacto, actuando en todo momento con mayores consideraciones que cualquier otro país colonizador del mundo y obrando siempre a la luz de sabios teólogos, insignes juristas y grandes moralistas que inspiraron las decisiones de nuestros reyes y las leyes particulares que se dictaban para el Nuevo Mundo, siempre atentas a la situación y derechos de los nativos.

La prueba irrefutable e inequívoca de todo ello nos la proporciona el hecho de la desaparición de la superficie de la tierra de todas las tribus indias que presenciaron la colonización de Manhattan, Jamestown o de Plymouth Rock, mientras que los indios que encontró Hernán Cortés en el Yucatán y en Méjico siguieron allí y hoy día sus descendientes habitan mayoritariamente esos pueblos.

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El sistema español propició una igualdad humana que no creo el sistema anglosajón. No hubo ningún racismo en la colonización española; laicos y religiosos sentían que todos, indios y españoles, eran hijos de Dios, iguales en dignidad personal. Sabían que las diferencias entre unos y otros no eran congénitas, sino debidas a una serie de importantes circunstancias, que hacían grande el desnivel cultural entre ellos mismos y aquellos hombres recien encontrados.

Pero en este trascendental capítulo de la historia universal protagonizado por España, no podían faltar las malicias y las pasiones de los hombres, que con su fantasía e imaginación desbordada tantos mitos han creado.

El mayor creador de mitos y deformaciones de la realidad histórica fue Fray Bartolomé de Las Casas.

Toda su obra ha sido la piedra angular sobre la que se ha cimentado la leyenda negra que tanto han utilizado los enemigos de España para atacarla y desprestigiarla. 

Éste controvertido personaje que nació en Sevilla en 1.474, fue clérigo secular, fraile dominico y obispo de Chiapas. Se hizo famoso por sus campañas a favor de los indios utilizando siempre expresiones hirientes y de una gran violencia verbal en todos sus escritos, y, resulta paradógico que por ese supuesto amor a los indios, llegara al odio para los conquistadores españoles.

Bartolomé De las Casas llegó a defender los sacrificios humanos, argumentando que eran un notable mérito de los indios. Decía que :"Si un pagano considera a su dios como verdadero, es natural que le ofrezca lo que más tiene de valor, es decir, la vida de los hombres". Y seguía "El legislador puede y debe obligar a algunos del pueblo a que sean inmolados para ser ofrecidos en sacrificio, los cuales al sufrir tal inmolación se supone que la quieren y desean con acto lícito".( "Fray Bartolomé de las Casas, a la luz de la moderna crítica histórica", 1.970. Losada, Angel").
  • Otra nota de la personalidad de éste extraño fraile es la puerilidad con que se vanagloriaba en sus escritos. Como ejemplo, transcribo un fragmento de una de sus famosas Cartas al Consejo fechada el 15-10-1.535. "Y me puedo jactar delante de Dios que hasta que yo fuí a esa real corte, aún en tiempos en que vivía el Católico Rey D. Fernando, no se sabía que cosa eran las Indias ni su grandeza, opulencia y prosperidad". En todos sus escritos usaba frecuentemente la expresión "yo"; quizá para respaldar sus opiniones que de otra manera nadie creería.

Como réplica y sin más comentarios, ahí queda la siguiente cita de Sto. Tomás: "La vanagloria es el mayor de los pecados capitales".

Otro dato interesante que sirve para retratar todavía más si cabe a este fraile dominico es su condición de heredero de sangre y apellido francés (Casaus), que quizá le hizo conservar cierto resentimiento hacia lo Hispano. Así, mientras Fray Bartolomé De Las Casas se vanaglorió de tener el apellido Casaus, de rancia nobleza, utilizándolo con una absoluta falta de humildad y exigiendo para siempre que le llamaran Casas o Casaus; Fray Toribio de Benavente, coetáneo suyo, quiso llamarse y que le llamaran para siempre "Motolinía" (que significa "pobre" entre los indios), dando así muestras de una auténtica humildad y espíritu de pobreza evangélica.

Resultado de imagen de fotos  de bartolome de las casas Para acabar de perfilar su retrato psicológico, hemos de señalar que el rey le concedió cuatro esclavos negros para su servicio, que aceptó y usó, que jamás sufrió ninguna persecución, y que murió de noventa y dos años cobrando una pensión, a cargo de la Corona española, de 350.000 maravedíes como recompensa a su amor por los indios. En compensación, el fraile bienhechor se dedicó toda su vida, cayendo ya en lo rutinario, a distorsionar las supuestas correrías, robos, asesinatos y torturas de los españoles.

El célebre tratado que escribió De las Casas, "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", está poblado de errores, mentiras, falsos testimonios e imprecisiones. Para desarrollar cualquier acusación sobre acontecimientos históricos deben cumplirse unos requisitos indispensables, como son los de indicar la fecha, el lugar, los protagonistas y la descripción de los hechos. En la obra anteriormente aludida tan sólo aparece una vez el responsable de los acontecimientos cruelísimos que relata, es el caso de Juan García en los relatos del reino de Yucatán. En los demás casos, los tiranos, genocidas y destructores aparecen envueltos en la penumbra y en el anonimato, lo que hace imposible la identificación de los autores de esos supuestos atropellos.

Otro rasgo muy significativo es la inclinación irresistible que sentía hacia la exageración. Si sumamos la cifra de indios supuestamente asesinados por los españoles se elevarían los mismos, según el cálculo realizado por de Las Casas, a unos 30 millones, cuando según estudios actuales, se cifra el total de la población en 12 millones. Con lo cual, los españoles, según Las Casas, habrían asesinado a más del doble de la población real.

Al margen de todo lo expuesto anteriormente, hemos de reconocer que en toda obra humana la crítica se hace necesaria. Pero esta crítica debe servir para corregir y para educar, no para golpear con el látigo y deformar la realidad de lo que fue la gesta más gloriosa de nuestra historia de España.  Se llevó la Religión, se les ofreció el lenguaje que permitió la comunicación entre ellos, se les enseñó a cultivar la tierra, se introdujeron nuevos hábitos de relación sin sacrificios humanos ni antropofagia. Sólo España, llevó Universidades a sus territorios. En América había ya tres (Sto. Domingo, Méjico y Lima) en la primera mitad del siglo XVI, superando a muchas naciones europeas de la época.

  Los españoles, que siempre han sido invadidos, se desparramaron ansiosamente por todo el Nuevo Mundo en una de las más increíbles y brillantes hazañas que supuso el mayor derroche de energías y de vidas que quepa imaginar.

De España partía el conquistador y el misionero con una euforia increíble, en un anhelo común de cristianizar las nuevas tierras, lo que revela psicológicamente que la nuestra fué la civilización más humana, profunda y moral que se haya conocido nunca. Y ESO NO ERA TAN NORMAL EN LA ÉPOCA, LEAN LO QUE HICIERON LOS INGLESES, LOS FRANCESES Y POCO DESPUÉS LOS HOLANDESES Y RESOS DE EUROPEOS. No solo en América, sino en Australia o África.

Historicamente todo, absolutamente todo, lo sacrificó España al catolicismo imperante en la época, recibiendo en compensación esa inmensa e incontable legión de teólogos, misioneros y místicos que tanto esplendor han dado a La Iglesia. Y ERAN ORIUNDOS DE ÁMERICA.

La gobernación española en América duró tres siglos y fue uno de los periodos de paz más extenso y más largo de cualquier otro tiempo y lugar. Allí sembró España  su sangre y lo que hoy se conoce como civilización occidental. Su labor social y cultural fue admirable y sus leyes muy superiores a las de su época en cualquier otro país del mundo.

Una gesta así vivirá de forma perdurable para toda la eternidad, y ni Fray Bartolomé ni nadie jamás, podrá borrar la gloria del pueblo más valiente de cuantos han existido. Él solo enturbió la grandeza con su megalomanias y afán de protagonismo, era un exagerado que no meida sus actos con tal de cosneguir sus propósitos. Un ser algo irresponsable que se aprovechó del sistema de las encomiendas y que tuvo esclavos la mayor parte de su vida como clérico.


Uno compara, por ejemplo, las historias de la conquista de México de López de Gomara, Antonio de Solís o los propios Díaz del Castillo y Hernán Cortés (protagonistas de los hechos) con las "patochadas" en un pequeño panfleto de pocas páginas con las que el dominico sevillano narra esta esta gesta, y desde luego siente algo de vergüenza ajena.

Sin embargo este sarta de disparates, desenfoques, exageraciones o literalmente mentiras tuvo un éxito como pocas veces ha tenido una obra española. Y pasó como libro histórico lo que no es sino ficción, una exageración, una mentira tras otra y de mala calidad. Un genial precedente de la propaganda moderna. Desde la independencia has apsado ams de 200 años y en el trascurso de esos años los aborígenes indios han sido masacrados y asesinados en proporción aún mayor si cabe que ha toda la época de unión con España.  
En cuanto a la población indígena si lo vemos en proporciones a la realidad actual, encontramos que los países con más porcentaje de población india son Perú, Bolivia y México. O sea que tanto en cantidades absolutas como relativas predominan las descendencias inca y azteca, tal como sucedía a la llegada de los españoles.
Otro dato interesante sería conocer la cantidad de mestizos. Porque el mestizaje ha sido una práctica común y socialmente aceptada en Hispanoamérica, en donde no existió jamás ni por asomo el vergonzoso "apartheid" que practicaron los ingleses y que llegó con los USAs tasta bien comenzados 1960.

Por último es interesante la carta que Fray Toribio de Benavente-Motolinía-mandó al Rey de España en la que le hablaba de Fray Bartolomé. En ella le decía que era un fraile "desasosegado", en el sentido de que iba y venía continuamente de Las Indias a España y de España a Las Indias con un montón de legajos. No paró lo suficiente en ningún sitio como para distinguir a un indio antillano de un náhuatl,ni para aprender su idioma o para saber cómo pensaban. Metió tanto ruido que le hicieron obispo mientras que él-es decir Motolinía-no pasó de un fraile del común que, vio Sevilla una vez y no la volvió a ver más en su vida. Eso sí, era nahuatlato, distinguía perfectamente a un
tlaxcalteca de un otomí y las personas buenas de las malas sin meterlos a todos en el genérico de indios. Motolinía bautizaba a los indios porque le parecían personas como las demás; Las Casas no quería bautizarlos hasta años de preparación porque tenía un concepto paternalista del "buen salvaje" al que había que proteger pero del que uno no se podía fiar. Los franciscanos fundaron el colegio de "Santa Cruz de Tlatelolco" donde dieron a los hijos de la nobleza nahua los mismos conocimientos del Trívium y el Quadrivium que las universidades europeas. Tal cosa ni se le pasó por la cabeza a Las Casas porque nunca llegó a darse cuenta de que el grado de civilización de los indígenas era totalmente diferente, para él todos eran "indios". Es decir, Las Casas fue un intelectual que no salió jamás del mundo de las ideas para captar la realidad. Y la realidad era que el Calmécac de los mexica era imposible entre los taínos, por ejemplo, con lo que la complejidad de los que él llamaba "indios" era muchísimo mayor que el mito del buen salvaje al que tanto contribuyó, que en algunos casos ni eran tan buenos ni tan salvajes.
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De interés:
 http://quenotelacuenten.com/2014/01/30/segunda-entrega-el-autor-de-la-leyenda-negra-antiespanola-fray-bartolome-de-las-casas-ii/

http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/viewFile/98598/146195

http://www.ciudadseva.com/textos/otros/brevisima_relacion_de_la_destruccion_de_las_indias.htm

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/las-casas-como-adelantado-de-goebbels-5878/

http://cvc.cervantes.es/literatura/aiso/pdf/03/aiso_3_3_021.pdf