lunes, 29 de septiembre de 2008

VIOLENCIA DE GÉNERO REFERIDO A LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL Y NO SEXUAL. DEFINICIÓN SEGÚN LA ONU, EN CLAVE ANGLOSAJONA.

La violencia contra las mujeres o violencia de género, como se le viene llamando, supone un desmérito para la democracia, por lo que supone de discriminación hacia la mujer desde concepciones de desigualdad, generadas por un ambiente cultural de corte patriarcal y machista que se resiste a desaparecer, constituyendo un auténtico lastre para muchas comunidades en particular, y para la sociedad en su conjunto.

La violencia contra las mujeres es inseparable de la noción de “género” porque se basa y se ejerce en y por la diferencia social y subjetiva entre los sexos.

* ¿Qué es la violencia de género?

La propia ONU, en 1993, dice que “La violencia de género es todo acto que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraría de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.”

La violencia de género o violencia contra las mujeres, por el hecho de ser mujeres, no hace sino poner de relieve el hecho histórico de que entre hombres y mujeres han existido siempre unas relaciones desiguales de poder, en el que la mujer ha ocupado siempre un puesto de subordinación respecto al hombre, con el beneplácito de todos los estamentos y jerarquías, y que incluso la mujer ha asumido y aceptado con mayor o menor resignación y sumisión.

El concepto de “género” que se baraja por quienes lo utilizan en el discurso de la violencia contra las mujeres, hace referencia al componente o construcción cultural y no al sexo. Se entiende por lo tanto como género en este caso todo aquello que no es biología y es cultura, todo lo que, mediante la socialización ejercida por los diferentes grupos que rodean al niño y a la niña desde que nace, se les atribuye como “lo masculino” y “lo femenino”, lo que es “propio” de hombres o “propio” de mujeres, y que van configurando los diferentes roles de unos y otras en la sociedad, los estereotipos, los comportamientos, las posiciones, las costumbres, y que, por las vías de la educación y la cultura, tienden a reproducirse y perpetuarse, cuando hoy puede constatarse que los roles atribuidos de forma diferenciada durante tantos años, pueden ser desempeñados indistintamente tanto por los hombres como por las mujeres.

Insisto, el sexo es una característica biológica que divide a las personas en dos grupos: hombres y mujeres. Este carácter biológico lleva aparejado la identidad sexual en función de las peculiaridades que el cuerpo posee. Pero “los niños y las niñas, al mismo tiempo que la identidad corporal y sexual, van asumiendo una identidad de género, de acuerdo a las pautas sociales que se le van transmitiendo desde el momento de su nacimiento” (socialización).

El rol desempeñado por el hombre en casi todas las culturas ha sido un rol de dominio y de poder sobre la mujer, que se mantiene en mayor o menor medida en función de la conquista de la democracia y del desarrollo de las políticas de igualdad. La diferencia, en los distintos países del mundo, de las conquistas democráticas por parte de los gobiernos, pone de relieve también las grandes diferencias existentes en la situación de las mujeres y su sometimiento al dominio y poder de los hombres. Pero además, aún en los países democráticos, como lo es el nuestro, quedan reductos “machistas” que siguen considerando a la mujer como un bien de propiedad particular, como un ser de segunda categoría del que se puede abusar y al que se puede someter a voluntad. Hombres que no aceptan la autonomía de la mujer, su capacidad de decidir y de elegir, y en vez de madurar y evolucionar hacia nuevas formas de relación, se obcecan, se obstinan en lo imposible, acabando por destruir aquello que ya no sirve o no obedece a sus deseos o caprichos. Las mujeres han dado un gran paso hacia delante pero muchos hombres no se han enterado todavía que los roles estereotipados que asumieron y heredaron del pasado ya no funcionan en el presente ni en las sociedades democráticas. En lugar de cambiar, optan por la rebeldía, por la sinrazón, por la destrucción y la violencia.

Los más preocupados por el tema de la violencia contra las mujeres prefieren hablar de violencia “de género” y no de violencia “doméstica”, “familiar”, “intrafamiliar”, “conyugal”, etc., que también puede serlo al mismo tiempo, precisamente para resaltar esa connotación machista, de rol de poder y de pretendida superioridad que el hombre se atribuye a si mismo ante la mujer.

La violencia de género, con que el hombre maltrata a la mujer puede ser de varios tipos: física, sexual, psicológica… En cuanto a los ámbitos en que se produce destacan tres fundamentalmente, el ámbito de las relaciones de la pareja mediante el maltrato, el ámbito de lo social mediante la agresión y el abuso sexual, y el ámbito laboral, mediante el acoso.

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